lunes, 14 de septiembre de 2009

¿Y dónde está la madre?

Mi madre siempre supo qué hacer, dónde hacerlo y cómo. Siempre tenía tiempo para sus hijos y nunca le costaba dedicarse a nosotros. Algunas veces usó la palabra sacrificio pero supongo que debíamos tomarlo como una manifestación de su amor incondicional que con el tiempo salió un poco caro. Tal vez hubiera preferido algo más barato como para que la hipoteca se terminara antes.

Dicen que cuando una se convierte en madre, se produce una fuerte identificación a la propia madre como para saber por dónde empezar. En mi caso la maternidad es un mundo totalmente desconocido. No tuve certezas como las de mi madre, salvo para saber, durante varios años, que no sería fácil convertirme en madre. Hoy, que acabo de tener un hijo sigo pensando que convertirse en madre no es sencillo. Ser madre es una construcción que no sé bien cuándo comienza. Para algunas será con la noticia del embarazo, otras en el parto. En mi caso comenzó cuando nos encontramos con mi hijo, acrílico de la incubadora mediante, algunas horas después de su nacimiento. Antes de eso debo haber hecho cosas de madre, pero yo no las siento especialmente así.

A diferencia de mi madre, me han habitado más preguntas que respuestas. Creo que después de muchos años de preguntarme donde está el hijo que no llega, hoy puedo resolverlo rápido cuando lo escucho llorar. Lo que no tenía previsto era preguntarme dónde esta la madre. Supongo que anda preguntándose qué es la maternidad y no bien se clarifiquen las ideas aparecerá con todo su ser. De hecho, está escribiendo para que eso suceda. La escritura tiene efecto de coordenadas. No se bien qué me pasa, lo escribo y luego lo leo para enterarme.

Las creencias populares suelen complicar las cosas. Una que me ha perseguido es que la gente feliz debe estar en algún lado al que yo no he sido invitada.
En los últimos años de infertilidad la frase se completó pensando que la gente feliz era toda aquella que podía tener hijos. Yo, no sólo que no estaba invitada sino que ni que pagara me dejaban entrar. Finalmente parece que hice algún contacto con los patovicas de la puerta y me dejaron pasar. ¿Qué decirles? No encontré a la gente feliz, mucho menos una fiesta. Me vengo a enterar adentro que la fiesta hay que construirla. La mesa no estaba servida. Estaba todo por hacer. Mi encuentro con la maternidad es exactamente así, está todo por hacer.

A contramano de cualquier saber popular, creo que la maternidad es una construcción singular de cada mujer en la que una siempre se encuentra con una mesa vacía. Hay quienes la llenan de comida hecha o buñuelitos viejos. Yo, que no cocino, esta vez voy a hacer todo casero. Mi ingrediente fundamental es la libertad. Quise ser madre para que mi hijo fuera libre. Incluso libre de mí. Es una práctica complicada porque consiste en poder diferenciar mis necesidades de las de él, para hacer prevalecer las últimas, obvio. Parece que es muy pronto para semejante meditación pero fíjense un ejemplo sencillo. Le estaba poniendo una ropita que me encanta. Cuando ya estaba listo, ví que le quedaba visiblemente chico, de manera que no podía estirar completamente sus piernas sin que los deditos del pie se vieran empujados hacia delante. No se quejaba, pero que la ropa era chica, era chica. El primer impulso fue se lo dejo, mira que lindo que es. Acto seguido rebobiné y dije eso es para mi, seria un deleite para mis ojos, pero una incomodidad para él. Se lo cambie por algo mas cómodo. Situaciones como esa, miles. Solo en algunas me descubro. En muchas le debo dejar el conjuntito apretado y me daré cuenta en diecisiete, dieciocho años, cuando me lo reproche a los gritos. Por eso creo que soy verdaderamente madre esas veces que me descubro, que lo dejo libre de mis caprichos.
Para mi ser madre no es un título, ni una cucarda que una se gana, ni siquiera un estado permanente. Es una función que se ejerce a veces cuando una pudo superar situaciones diversas que ponen a prueba la estantería.

Me gusta que otros lo tengan en brazos. Quiero que se acostumbre a que en el mundo hay otros que pueden quererlo y mimarlo, pero reconozco que cuando otra lo mece tan bien como yo, temo. He sentido temor de resultar prescindible. De que él se acostumbre a otros brazos y olvide los míos. ¿Qué hice? Nada. Supongo que fui madre en ese instante porque me quedé solita con mi temor y mi angustia, seguí contemplándo a la otra con mi hijo y entendí que mi función de madre también es posibilitarle esos otros momentos. No ser madre hubiera sido arrebatárselo de los brazos y quedármelo para mi solita, asegurándome de que nadie podría cuidarlo como yo, pues nadie tendría la oportunidad de hacerlo.

12 comentarios:

majito dijo...

BRILLANTE!!! Nada mas...
Beso

Irisdebrito dijo...

Tenés una linda mente que le gusta la gimnasia!! De eso se va a beneficiar tu hijo, vas a ver!! Aprenderá a burlarse de tus preguntas, a reír de tus dudas, a no darle importancia a tus sentencias!!
Ahhh maravilla!! Recordá que las mamás tenemos licencia para equivocarnos, tenemos licencia para expresar nuestro amor incondicional de mil maneras, y eso a veces hace que no sean las mejores...pero son las nuestras!! No hay mejor aprendizaje en estas lides que construir tu maternidad día a día, es tan divertido y tan gratificante!!
Un abrazo inmenso,

A! dijo...

Me emociona leerte. Me parecés clara, te lo he dicho siempre, pero sobre todo auténtica. Me gustó todo lo que dijiste y es raro... sin ser mamá(aún, si Dios quiere) me veo reflejada. Siento que podría haber firmado tu escrito yo misma (aunque lamentablemente no tengo tu talento!)...
Les mando un abrazo... y me quedé reflexionando... para mí hoy, todavía, la gente feliz es la que tiene hijos... Je...
Ana.-

Viviana dijo...

perfecta reflezion. y ante la duda, recorda

confiar en mi instinto

nunca falla !

besos

Anónimo dijo...

Gracias! Me hiciste reflexionar mucho...y justo hoy que a mi bebito le salió su primer diente y yo no estaba!!! Lo cuida mi suegra, y fue ella la que me dio la noticia. En la soledad de mi casa se me piantaron varios lagrimones...hasta que leí tu blog y me auçyudó a darme cuenta que mi suegra lo ama y él a ella. A los dos les hace bien estar juntos y a mi también me hace bien salir a trabajar.
Un beso y gracias por ayudarme a superar este día,

Bibi

Anónimo dijo...

que lindo leerte,asi de clara, asi de simple, asi de profunda y asi, como siento yo... dejarse llevar por estas sensaciones... seguir el instinto...gracias
otramama

Pilot dijo...

Zeta, que tu madre tuviera todas las respuestas es más que sabido. Todas nuestras madres tienen las respuestas y nosotras solo estamos llenas de preguntas. Fede pensará lo mismo el día de mañana.....no quedará excento de que le pase a él.
Los hijos no proporcionan o garantizan felicidad, la vida sigue y forman parte de ella. De la parte buena y de la mala. No nos pertenecen, nos crean una obligación de cuidado y dependencia los primeros años de su vida y una responsabilidad enorme. Pero todo esto es parecido a la felicidad, por lo menos para mí.
Cuándo uno se convierte en madre??? que buena pregunta, tal vez tengas razón y no todas comenzamos en el mismo momento. Yo a veces pienso que con todo lo que hago para tener un hijo estoy haciendo un trabajo de madre. Aunque no estoy segura, porque es como vos lo decis se construye.
Espero poder algún día contestarte a través de la experiencia, ya que así me sentiré autorizada para hacerlo bien.
Un beso grande.

Cala dijo...

UN REAL PLACER tus pensamientos!!! y tus actos maternales IMPECABLES!!!
ME ENCANTO cada una de tus palabras y su hilo!
Gracias Zet!
Besoooo grande!

Virgin dijo...

como me gusta leer lo que escribis.
sencillamente disfrutable.
Besotes.

Marina dijo...

Sos madre en esas una y mil cosas que relatás... la que descubre que no todo es color de rosas, la que descubre que hay muchas sombras que empiezan a aparecer y no todo es luz como parecía visto desde afuera...
sos esa que le deja el enterito apretado cumpliendo sus gustos, y también la que se lo saca y lo deja "libre"...
sos una y mil mamás, todas condensadas en esta madre que dia a dia descubrís...
y sos madre siempre, aun cuando pareciera que cumplís tus necesidades antes que las de él... porque tus necesidades y las de él ahora no se diferencian, son uno, como los 9 meses que lo llevaste en tu panza...
sos mamá desde el primer día que pensaste en tener un hijo... y cambiaron tus prioridades...
sos esa mamá con más preguntas que respuestas, como todas las mamás...
esa que tiene temor de ser prescindible...
pero quedate tranquila que nunca vas a ser prescindible para él...
sos la mejor mamá que le pudo haber tocado, porque sos la mamá que lo buscó y la lucho hasta tenerlo en su panza, la que lo acunó 9 meses y lo sigue acunando...

besos, te leo siempre.

Zeta dijo...

Bibi,
Me alegra inmensamente que mi escritura pueda tener una función útil. Qué bueno que te haya ayudado. Me alegro!

Chicas, como siempre gracias por leerme!

Zeta

Vicky O dijo...

Qué lindo que escribís.
Hay una frase tuya que me pasa, esa que dice, me leo para saber que pasa, o algo así, o asi lo proceso lo q queda de mi cabeza.
Un gusto, y te sigo.
Vicky O